La gente que tiene vidas perfectas y planeadas me aburre. ¿Dónde está la diversión de perderse, buscarse y encontrarse a uno mismo a cada segundo en una continua batalla de nuestro interior?, ¿y de luchar por algo que aman y que necesitan?, ¿dónde quedan las ganas de llorar porque están sufriendo?, ¿y las sonrisas porque lograron lo que tanto ansiaban con esfuerzo y fé?
Prefiero seguir el esquema típico de todo adolescente; caminar, caer y levantarme. Perdería las ganas de vivir si ya sé todo lo que va a ocurrir conmigo. Es algo tan estúpido, insensato. Prefiero nadar contra corriente el resto de mi existencia, prefiero perderme en un bosque solitario y caminar y caminar hasta encontrar la luz, antes que ir por el lado correcto y fácil, sabiendo que todo va a ir bien. No me da miedo lo que pueda llegar a pasar, porque quiero aprovechar cada color y matíz de la vida. Yo sé, no me dejo ver exactamente como soy, pero yo sí me conozco, yo sí sé todo aquello que significo, que pretendo lograr, que vivo (y que viví), que necesito, que sufrí, que reí, yo sé todo acerca mío. Me puedo perder, pero aunque me cueste me propuse encontrarme siempre. De todas maneras tengo mi propio sostén, es invisible, está lejos y a la vez vive dentro mío, su cuerpo allá, su alma acá, su esencia conmigo, es omnipotente, es todo un Dios. Así que, por más que digan que en la vida son solo problemas, que en la muerte todo acaba, yo escogo vivir con heridas, con cicatrices que me enseñen de esta dulce canción a la que llamamos vida.
23.12.10
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario